miércoles, 20 de febrero de 2008

¿Es beneficioso para los centros educativos?

Se desprende de La Orden que hay que potenciar el trabajo en equipo en el centro ya que la coordinación es vital para la consecución de los objetivos. El problema es una vez más, que no hay ninguna medida real de control, y que el trabajo en equipo sin consenso puede ser hasta perjudicial.

El trabajo en equipo, la ilusión de compartir un proyecto, es vital para un centro educativo; eso es totalmente cierto. Hasta el día de hoy han convivido en los centros educativos todo tipo de ideologías en total armonía. Las diversas metodologías se habían complementado gracias al respeto absoluto que La Constitución otorga a la libertad de cátedra. No existe ningún centro de derechas ni de izquierdas, ni del Madrid ni del Barça, ni de rubios ni de morenos.

La Orden llega a los centros de la mano de la polémica, con un premio de 600€ por acogerse (y 3000 más casi asegurados si permaneces), y con una votación que decidirá si se puede participar o no. No habrá ningún centro de “SI” o de “NO”, y sin embargo, se les va a exigir que elijan. En un claustro de 31 profesores nos podemos unir 11 (más de un tercio) y rechazarlo, e impedir que nuestros 20 compañeros participen, e imposibilitar de raíz que cobren incentivo alguno. El resto de sus vidas pensarán que pierden, y perdieron, mucho dinero por nuestra culpa.

Si perdemos podemos rechazar participar en el proyecto, pero aunque no lo hagamos tendremos que soportar que nuestro centro se rinda al culto de la “comprensividad”; la corriente pedagógica probada y rechazada por medio planeta.

El “modelo comprensivo” se adoptó en España para justificar la erradicación de la Formación Profesional de 14 a 16 años; asumir la enseñanza obligatoria hasta los 16 años tenía un coste demasiado elevado para soportar dos vías de enseñanza. La izquierda española lo defiende a capa y espada, defiende el “todos pueden” dando por hecho el “todos quieren”, y jamás admitirá su fracaso en un país donde está prohibida la disculpa política. Curiosamente, la mayoría del profesorado es de izquierdas y rechaza frontalmente dicho modelo. A nuestros centros llegan cientos de revistas oficiales calumniando y tachando de fascistas a aquellos que lo discuten.

Si perdemos, lamentablemente tendremos la continua sospecha de que se está aprobando de más, que se dilatan los procesos sancionadores, que se oculta el absentismo, que se intenta agradar a padres y alumnos por encima de sus intereses educativos, y que los objetivos educativos del centro se rinden ante los objetivos festivos.

Ya no habrá centros libres. Se dinamitarán los claustros hasta extremos insospechados. Un incentivo económico consolidable marcará diferencias irreconciliables de por vida.

Pero aún queda otro matiz más sospechoso; el modelo directivo. Desde la llegada del modelo comprensivo se nos ha vendido al profesorado que el equipo directivo debe de asumir el liderazgo pedagógico en los centros y debe coordinar el trabajo en equipo. Si un centro se suma al Plan, los equipos directivos tendrán que asumir muchas más funciones propias de la inspección, llegando al extremo de que el Director debe realizar un informe de cada profesor que será crucial para el cobro del incentivo. Una prueba más de la incoherencia de la finalidad de La Orden.

La ansiada unidad del claustro rara vez se conseguirá. Las consecuencias para el proceso de enseñanza, para el estímulo de sus docentes, y para sus condiciones laborales, serán desastrosas.