miércoles, 20 de febrero de 2008

¿Cómo ganar MÁS de 7000€?

¿Se imaginan una bonificación para los jueces si reducen sus penas?
(Síntoma de mejora de las medidas de reinserción social)
¿Se imaginan una bonificación para los médicos que den más altas?
(Síntoma de mejora de los tratamientos)
¿Se imaginan una bonificación para los agentes del orden si reducen las detenciones? (Síntoma de una mejor vigilancia)
¿SENTIRÍAN MIEDO?

La Consejería de Educación de Andalucía ha publicado una Orden de 20 de febrero de 2008 (en adelante “La Orden”, “Plan de Incentivos”, o sencillamente el “Plan”) por la que se regula el “PROGRAMA DE CALIDAD Y MEJORA DE LOS RENDIMIENTOS ESCOLARES” (tienen el enlace en el margen derecho de esta página) que muy finamente consiste en recompensar a los profesores con 7000 euros (y más de 2000 euros anuales consolidables) si cumplen objetivos del siguiente tipo (síntoma de que enseñan mejor):
-Los primeros 3600€ se reciben a lo largo de 2 años prácticamente por suscribirse al “Plan” (por apoyar su política), y el tercer año…
-Disminuir las repeticiones más de un 10% puede suponer 331,5€ de premio (y 198,9 anuales el resto de su vida)
-Incrementar un 10% las titulaciones puede suponer 442€ (265,2)
-Incrementar un 10% los alumnos que nunca repitan puede suponer 331,5€ (198,9)
-Reducir un 20% los alumnos que no van a clase puede suponer 331,5€ (198,9)
-Incrementar un 20% el porcentaje de alumnos/as que continúan estudios superiores al finalizar la etapa puede suponer 442€ (265,2)

Un profesor podría caer en la tentación de conseguir ese año 1878€ (1127 consolidables) “aprobando de más”, ocultando el absentismo, y animando a los alumnos a realizar estudios superiores para los que quizás no estén preparados.
¡Podrían conseguir bastante más si ocultasen la conflictividad de sus centros!
Se puede llegar en total a 3400€ ese año y 2040€ consolidables, por maquillar las estadísticas de nuestro sistema educativo…
Y lo que dirán de nosotros cuando PISA demuestre que vamos a peor… ¡no tendrá precio!
¡¡ NO A LA TENTACIÓN !!

La baja exigencia ha tenido unas consecuencias nefastas sobre nuestro sistema educativo. Primar esa baja exigencia supone alentarla. Cada aprobado no merecido supone un engaño para padres y alumnos; supone crearles unas expectativas falsas sobre su proyección académica que puede abocarle a un fracaso mayor.

No consintamos tal disparate.

¿Es beneficioso para la enseñanza?

El Plan de Incentivos despilfarrará una importante parte de los presupuestos de Educación, tanto en los “incentivos” como en la constitución de la “Agencia Andaluza de Evaluación Educativa”. Todo ese dinero podría usarse para bajar las ratios en la enseñanza pública, que son las más altas, con diferencia, del territorio nacional (dato reflejado en el MEC).

El descenso de la exigencia en la enseñanza ha tenido unas nefastas consecuencias sobre el alumnado. Lejos de motivarlo, le ha llevado a un extremo de relajación (se aprueba muy fácilmente) que provoca que su capacidad de sacrificio sea cada vez más reducida.

Pero las consecuencias más graves no han sido en el ámbito académico. Alrededor de los 14 años los menores padecen una revolución hormonal crítica en su desarrollo. Si este proceso se produce en un clima ordenado alcanzan el inicio de la madurez, se tranquilizan y se convierten en magníficos ciudadanos. Si ese proceso crítico se produce en un ambiente desordenado, excesivamente “comprensivo”, donde las normas son consejos y las sanciones son sermones, el joven adquiere una extraña sensación de inmunidad y dominación que le resultan muy excitantes. Al madurar ciertos hábitos serán difíciles de cambiar, y su insatisfacción al conocer la cruda vida real será traumática. Para evadir el trauma, algunos perpetuarán hasta lo imposible el estado de inmadurez negándose a asumir responsabilidad alguna. El resto, lo tenemos todos presente en la sociedad.

El modelo de incentivos pagará al profesorado para que comulgue con el modelo comprensivo -ver más sobre este modelo en centros educativos-. La enseñanza pública seguirá degradándose año tras año. La clase media seguirá buscando la forma de esquivar el sistema público. La educación pública acabará cumpliendo un papel meramente subsidiario, y será una trampa muy peligrosa para cualquier hijo adolescente de una familia humilde.

¿Es beneficioso para los padres?

La primera impresión que se desprende de la orden es que su hijo va a recibir una ayuda “extra”, y que el profesorado va a realizar un mayor esfuerzo para garantizar su éxito académico, gracias a la motivación de un incentivo económico. El problema es que no hay ninguna medida de control que garantice ni esa ayuda ni ese esfuerzo.

Lejos de ser así, podría ocurrir que a su hijo se le enseñase menos para garantizar su éxito. Podría ocurrir que a su hijo se le inflasen las notas, creándole unas expectativas falsas y abocándolo a un fracaso posterior de difícil solución. Podría ocurrir que le ocultasen a los padres y a la Administración comportamientos incorrectos de ciertos menores, de manera que no se corregirían. Podría ocurrir que un sinfín de actividades lúdicas sustituyesen a las educativas, en un intento desesperado de contentar a menores, padres, y al resto de los parámetros que examinará la Agencia de Evaluación Educativa.

La gran mayoría de los padres que poseen los recursos económicos suficientes pagan mucho dinero para escolarizar a sus hijos en centros privados, donde el nivel de exigencia mínimo está garantizado, y el control de su actitud es riguroso.

Para no vivir en la sospecha, o evitar malentendidos, recomendamos a los padres que exijan a la Consejería que se retire La Orden, y en el peor de los casos que se haga pública la lista de centros que se hayan suscrito al Plan de Incentivos, con la finalidad de saber dónde matricular a su hijo y poder estar alerta de la atención que se le presta.

¿Es beneficioso para los alumnos?

A los alumnos lo que les beneficia es criarse en un ambiente donde se sientan vigilados, atendidos y seguros.

Durante la última década los alumnos se han visto privados de la justicia de la que disfrutamos los mayores. Se han tenido que acostumbrar a desenvolverse en un ambiente peligroso, donde la diversión es una tentación demasiado fácil, y el esfuerzo un camino difícil.

A los alumnos les beneficia tener una carga de responsabilidad acorde a su desarrollo, que los prepare para el dificilísimo mundo que le hemos construido los mayores. Lo que le beneficia a un alumno es que la calidad de su enseñanza no esté muy por debajo de la que se recibe en un centro privado, para que cuando tenga que competir en la Universidad no esté en inferioridad de condiciones.

La única herramienta que garantiza la defensa de un menor que nace sin oportunidades es el sistema público educativo. Todos debemos trabajar para que ese camino esté limpio, sin miedos, y se le ofrezca la magnífica enseñanza de calidad que se alcanzó un día –y de la cual nadie parece acordarse- en este país.

¿Es beneficioso para los profesores?

La Orden de Incentivos ha sido interpretada por la gran mayoría del profesorado como un intento desesperado de la Consejería de Educación por mejorar sus estadísticas. Aún así, muchos la han visto como la única oportunidad de alcanzar la compensación económica que tanto se demanda; la famosa “homologación salarial”. Muchos han llegado a pensar que los objetivos son fáciles de conseguir, que los 7000€ están casi garantizados, y que pueden consolidar más de 2000€ anuales “haciendo lo que les pidan” sin analizarlo; piensan que las políticas educativas no son su responsabilidad.

Ejercicios de conciencia aparte, no hay nada garantizado. Nadie puede participar si un “tercio más uno” de sus compañeros deciden que su centro no participa en el Plan. No podría optar al sueldo que ganan otros compañeros realizando el mismo trabajo.

Si puede participar, y en el año decisivo sufre alguna enfermedad, verá como se perjudica su sueldo el resto de su vida. Si aumenta la conflictividad en el centro donde trabaja en el año decisivo… si sufre un cambio de destino en el transcurso de los tres años… si los chicos que tiene ese año se niegan a estudiar… si sus alumnos le pierden el respeto… si sus alumnos faltan a clase reiteradamente… si a sus alumnos no les cae bien…si… si… si… verá como se perjudica su sueldo el resto de su vida.

Si por principios no acepta el Plan verá como se perjudica su sueldo el resto de su vida. Si su dignidad le impide aceptar una proposición que considera indecente, o simplemente le parece una propuesta injusta e inaceptable, ilegal o deshonesta, y la rechaza… verá como se perjudica su sueldo el resto de su vida.

Si es interino, o profesor en fase de prácticas, poco ganará respecto a sus compañeros. Si empieza a trabajar dentro de cuatro años… se perderá el “chollito”. Después de este “reparto” la homologación salarial quedará aún más lejos.

Pero lo peor de todo es que puede ser víctima de los pocos escrúpulos de otros compañeros, que indirecta o directamente le perjudiquen en su entorno laboral. Las relaciones laborales jamás volverán a ser iguales y eso afectará a todo el profesorado de por vida. Para saber más consultar sobre los posibles beneficios de los centros.

¿Es beneficioso para los centros educativos?

Se desprende de La Orden que hay que potenciar el trabajo en equipo en el centro ya que la coordinación es vital para la consecución de los objetivos. El problema es una vez más, que no hay ninguna medida real de control, y que el trabajo en equipo sin consenso puede ser hasta perjudicial.

El trabajo en equipo, la ilusión de compartir un proyecto, es vital para un centro educativo; eso es totalmente cierto. Hasta el día de hoy han convivido en los centros educativos todo tipo de ideologías en total armonía. Las diversas metodologías se habían complementado gracias al respeto absoluto que La Constitución otorga a la libertad de cátedra. No existe ningún centro de derechas ni de izquierdas, ni del Madrid ni del Barça, ni de rubios ni de morenos.

La Orden llega a los centros de la mano de la polémica, con un premio de 600€ por acogerse (y 3000 más casi asegurados si permaneces), y con una votación que decidirá si se puede participar o no. No habrá ningún centro de “SI” o de “NO”, y sin embargo, se les va a exigir que elijan. En un claustro de 31 profesores nos podemos unir 11 (más de un tercio) y rechazarlo, e impedir que nuestros 20 compañeros participen, e imposibilitar de raíz que cobren incentivo alguno. El resto de sus vidas pensarán que pierden, y perdieron, mucho dinero por nuestra culpa.

Si perdemos podemos rechazar participar en el proyecto, pero aunque no lo hagamos tendremos que soportar que nuestro centro se rinda al culto de la “comprensividad”; la corriente pedagógica probada y rechazada por medio planeta.

El “modelo comprensivo” se adoptó en España para justificar la erradicación de la Formación Profesional de 14 a 16 años; asumir la enseñanza obligatoria hasta los 16 años tenía un coste demasiado elevado para soportar dos vías de enseñanza. La izquierda española lo defiende a capa y espada, defiende el “todos pueden” dando por hecho el “todos quieren”, y jamás admitirá su fracaso en un país donde está prohibida la disculpa política. Curiosamente, la mayoría del profesorado es de izquierdas y rechaza frontalmente dicho modelo. A nuestros centros llegan cientos de revistas oficiales calumniando y tachando de fascistas a aquellos que lo discuten.

Si perdemos, lamentablemente tendremos la continua sospecha de que se está aprobando de más, que se dilatan los procesos sancionadores, que se oculta el absentismo, que se intenta agradar a padres y alumnos por encima de sus intereses educativos, y que los objetivos educativos del centro se rinden ante los objetivos festivos.

Ya no habrá centros libres. Se dinamitarán los claustros hasta extremos insospechados. Un incentivo económico consolidable marcará diferencias irreconciliables de por vida.

Pero aún queda otro matiz más sospechoso; el modelo directivo. Desde la llegada del modelo comprensivo se nos ha vendido al profesorado que el equipo directivo debe de asumir el liderazgo pedagógico en los centros y debe coordinar el trabajo en equipo. Si un centro se suma al Plan, los equipos directivos tendrán que asumir muchas más funciones propias de la inspección, llegando al extremo de que el Director debe realizar un informe de cada profesor que será crucial para el cobro del incentivo. Una prueba más de la incoherencia de la finalidad de La Orden.

La ansiada unidad del claustro rara vez se conseguirá. Las consecuencias para el proceso de enseñanza, para el estímulo de sus docentes, y para sus condiciones laborales, serán desastrosas.

¿Es legal?

Retomemos la pregunta…
¿Se imagina un incentivo para los médicos que diesen más altas?
¿Sería un síntoma de que necesariamente nos curan mejor, sabiendo que cobran un “extra” por ello?
¿Sentiría miedo si usted fuese un paciente que recibiese constantes alta$ y no se remitiesen sus molestias?

Son muchos los interrogantes que sugiere esta orden. Sin embargo, aquí solo nos centraremos en tres asuntos especialmente polémicos.

Inicialmente no parece coherente que el juicio de un funcionario público, su peritación, su diagnóstico o su evaluación puedan verse orientados por recompensa alguna. Eso parece que choca con la objetividad que requiere el servicio público que ejerce. Recordemos que el profesorado otorga títulos académicos que acreditan una cualificación profesional, que habilita a una persona para prestarle a usted una gran variedad de servicios. Es deber de todo ciudadano denunciar cualquier delito de prevaricación del que sea testigo, sobre todo si es funcionario, porque si no lo hace se convierte en cómplice. Ningún profesor debe consentir que le lleguen alumnos sin el nivel de preparación adecuado, sin haber agotado sus opciones de repetición, si sospecha que ha ocurrido por intereses económicos.

Por otro lado se plantea el pago de un incentivo en un determinado año, que puede llegar a 3400€, por la consecución de unos objetivos que no demuestran necesariamente haber realizado ni horas extras ni ningún esfuerzo añadido, y del que se consolida el 60% anual para el resto de su vida laboral (puede llegar a ser más de 2000€). No existen precedentes de que en el cuerpo de funcionarios se haya consolidado a perpetuidad ninguna “hora extra”. Las diferencias de sueldo entre el profesorado se perpetuarán el resto de sus vidas en función su trayectoria en un año concreto, en un entorno concreto, en un destino concreto -que no tuvo por que ser elegido-, en base a unos parámetros que no están en absoluto bajo su control.

Por si fuese poca la controversia, una “agencia externa” –Agencia Andaluza de Evaluación Educativa-, formada por gente elegida a dedo por la Administración -en La Orden han sido muy francos-, decidirá finalmente el porcentaje de objetivos conseguido; la cuantía de la recompensa

A muchos nos parece del todo ilegal, pero el asunto no es sencillo. Los grandes sindicatos apoyaron la orden, por lo menos hasta que percibieron que podía perjudicar su imagen. El resto de sindicatos tienen la papeleta de emprender un proceso que les puede hacer perder un gran volumen de votos; la gran mayoría del profesorado podría acogerse al programa porque ello se paga con 600€. Si un recurso prosperase, los “acogidos” y los “escogidos” tendrían que devolver su pequeña fortuna.

La Junta ha realizado una gran campaña publicitaria para que la población descubra las “bondades” del Plan de Incentivos (Programa de Calidad y Mejora le llaman). Algunos padres hasta percibirán que se le va a “ayudar” a su hijo. Los padres que tienen el dinero suficiente para alzar el recurso que paralice esta sinrazón tienen a sus hijos en la enseñanza privada, al igual que nuestros políticos, y no están muy preocupados ya que así se aseguran situarlos en una posición de privilegio. El Plan aparentemente solo tiene beneficiarios, y los que advertimos su perjuicio tenemos que luchar contra los intereses de otros compañeros. Está Orden puede abrir una fractura total entre el profesorado, y remarcará las diferencias entre la población andaluza.